Lucas tiene 20 años y 4 meses…
Estamos en los días finales antes de viajar a verle. Le pregunto si necesita que le lleve algo en especial. Me manda un mensaje que dice: “Yo solo quiero que me traigas un pilón (mortero) y un majador de fritos, por favor.”
Ha llegado el tan esperado día que viajo a visitarlo. Desde que estoy en el aeropuerto le aviso y me dice: “Ya he limpiado la casa, la estoy purificando para que salga todo lo malo.”
Ya he llegado y nos encontramos en el área de recoger equipaje, me da un super abrazo y me dice: “Ay Toti, tú me hacías falta.”
Estamos viendo una película y, mientras la vemos, te va dando explicaciones de todo lo que cinematográficamente va pasando. En una yo preguntó que dónde está el termo que llevaba el persona y me dice: “Viste, el director te perdió. En el momento que te hizo pensar en algo, te perdió. El cine no es para pensar, sino para sentir.”
Seguimos viendo la película y, de repente se levanta del asiento, para la película y dice: “Cinematografía con Lucas. Lo siento, pero es que no puedo dejar pasar esta escena sin que analicemos la luz en la misma.”
Me ha encanto ver como se las arregla y de la forma en como se organiza para poder hacer todas las cosas del día a día. Cuando se lo comento me dice: “La necesidad me ha hecho planificar.”
Hemos pasado unas semanas fenomenales, ha llegado el momento de partir. Al estar ya en la sala de espera se da esta conversación qué dice:
Él: ¿Lloraste?
Yo: Si.
Él: Debimos llorar juntos.