Lucas tiene 18 años y 9 meses...
Estamos hablando por teléfono y, no sé que lo que yo le he dicho, pero estamos conversando sobre si está en la casa o no, y le he pedido que ponga la cámara para comprobarlo pues escucho unas bocinas, como si estuviera en la calle. Cambia a videollamada, veo que está en la casa y me dice: “Me matas los deseos de progresar.”
Es abril, mes previo a su graduación y estamos con varias cosas a la vez que requieren recursos. También es el mes que se organizan las excursiones al Pico Duarte y le he pedido que considere bien lo que quiere hacer. Yo estoy fuera del país y me pone un mensaje que dice:
Está trabajando en la realización de un documental sobre la historia del arte en la República Dominicana, y está buscando entrevistar personas que le hablen de la evolución del mismo. Como sigo fuera del país, para contarme me pone un mensaje que dice:
Llego a la casa tipo 6 de la tarde y todo está en silencio. Toco a la puerta de su habitación y, desde allá le escucho protestando. Abre y se da esta conversación:
Él: “Se me va a acabar la racha que tenía haciendo tareas.
- ¿Por qué? pregunto, y me dice:
- “Oh, porque te apuesto a que me estarás llamando cada 5 minutos.”
Seguimos la conversa y le pido que me ponga unas ventosas en la espalda. Cuando ya está en mi habitación me dice: “Te voy a venir a quitar las ventosas en 5 minutos y, después de ahí me voy a hacer tarea. Así que, no me molestes. Te lo digo de esa forma, para no tener que decirte que no me jodas, por favor.”
Le estoy comentando que me ha escrito mi amiga salvadoreña Patsy. Me pregunta sobre las hijas de ella, recordando que la mayor lo cuidaba cuando él era pequeño. Hace un gesto en el que se le pierde la vista, como si estuviera mirando al pasado y me dice: “A mí esa carajita me gustaba.”
Ya estamos en las últimas etapas de su año escolar y, le pregunto que cómo se siente, y me dice: “Aquí, volviéndome loco. Uno finalizando el año, y el colegio, apretando en tareas.”
Yo me encuentro fuera del país, y él me ha escrito por la noche comentándome que le duele una rodilla. También la doctora del colegio me ha escrito comentando sobre esto y que sería bueno llevarlo a ver un especialista. Arreglamos todo con su Papá para que pueda llevarlo a una emergencia, pero como es bien cobarde para estos temas de médicos, busca la forma de zafarse y me escribe un mensaje que dice: “Mami, bueno. Voy para la clínica de Corazones Unidos, pero yo pienso que a esta hora no es factible, por el tema de los tapones. No es conveniente que el chofer tenga que venir hasta acá. Déjemos eso para otro día.”
Luego de ir al médico, lo que se quiere agarrar es de no tener que ir al colegio. Pues bien, ya es el otro día y me escribe como a eso de las 6 de la mañana consultando si va o no. Se da la siguiente conversación que dice:
Sigo fuera del país y le comento por WhatsApp que necesito hablar algo con él y me dice: “Mami, cuando tú hace eso, me pone nervioso. Por favor, no me lo hagas.”
Siempre dice que yo me hago muchas fotos y que todo lo ando subiendo a las redes. Seguimos conversando por WhatsApp y le comento que se me ha perdido mi selfie stick y me escribe un mensaje que dice: “Aleluya”.
Estoy preparándome para hacer una presentación en un panel de alto nivel. La presentación es en inglés y le envío un audio diciendo que me envié energías positivas para que todo salga bien y me responde con este mensaje que dice:
