Lucas tiene 20 años y tres meses...
Acostumbro a enviarle un mensaje sabe cuando voy saliendo de viaje. Un día de estos de noviembre le escribo un mensaje como a las 8 de la mañana diciéndole que voy a Medellín. Él, como si fuera mi Papá, me dice: “Pásala bien, y anda con cuidado. Me llamas cuando puedas.”
Está buscando donde mudarse y, está tratando de tomar ciertas decisiones, sobre todo si se muda solo. Conversamos sobre los criterios que debe tomar en cuenta para ello y, le pido que haga una matriz comparativa sobre pros y contras. Al día siguiente que ya ha hecho sus cálculos me pone un mensaje que dice: “Toti, hice el cálculo. No sable factible.”
Seguimos con el tema de la mudanza. Está buscando y cada vez que va a ver alguna casa que le gusta, me llama para que ore por que todo salga bien. Cuándo le pregunto que si no es ateo, me dice: “Yo no creo en Dios, pero si creo que Dios provee.”
Al día siguiente que ya tiene cita para ver una casa que le ha gustado me escribe con un mensaje que dice: “¿Cómo estás? ¿Rezaste por la casa 👀?
Como todo amo de casa, él está preocupado por el costo de la vida. Siempre me está hablando de eso. En una me manda esta foto con un audio que dice: “Mira, para que veas eso que está ahí. Eso cuesta 20 dólares.”
Ya consiguieron un lugar para mudarse. Le está tocando hacer de responsable del proceso. Le pregunto cómo le va y me dice: Toy jarto de hacer tanto papeleo.”